martes, 3 de junio de 2008

La Noche del Final




Salí de la casa de ella dando un portazo y con una puteada en la garganta. Las hojas crujían como leones en mi caminar hacia un rumbo desconocido. Habían, en mi memoria, innumerables fotos que guardaba de nuestras épocas felices, incluso el anhelo de sueños compartidos que jamás iban a cumplirse.

El vacío en mi pecho, la tormenta en mis mejillas y la sabia decisión de salir a tiempo antes de terminar hecho polvo caminaban en caravana, en comunión con mis pensamientos.

El paisaje se prestaba excelentemente para este tipo de catarsis. Las calles estaban desiertas y la oscuridad se reflejaba tanto adentro como afuera de mi cuerpo. Estaba en mi ambiente.

Pasé por el lugar que un sábado bautizamos como nuestro lugar. Las luces de la calle distraían mi mirada, pero no podían deshacer en recuerdos la cara de ella diciéndome adiós. Un sábado más.

Entre, el blues de una banda desconocida terminaban de llenar de colores este cuadro dantesco.

Las mujeres se disponían a esperar en la barra, los hombres cambiaban en infinitas transfusiones alcohol por sangre... yo soy un hombre..

Por ende me adapte al lugar y la realidad.

Ya dentro de poco, distintos líquidos espumantes, algunos brillantes, trasparentes y helados formaban parte de mi humanidad.

Ya me conocían de visitar el lugar constantemente, se acordaban de mí y de vos... no pasaba ningún 18 de cualquier mes donde nos encontraban en alguna de las mesas del primer piso, en nuestra mesa, con nuestra lámpara y en nuestro lugar, tu tequila y mi ginebra.

Le di una palmada en la espalda a Carlos y empecé a entonar el blues mas desafinado e hiriente que haya tocado el aire. Tu recuerdo estaba en cada nota, en cada acorde, en cada ginebra.

De repente un ruido de teléfono sonando se acomodaba en los espacios silenciosos de mi casa, había una sabana enredada en mi cuello que difícilmente me dejaba respirar. La luz de la ventana se sostenía fuertemente en el vidrio de mi ventana. Un dia más.

Levante el teléfono y la voz de mí amada (todavía) se dejo escuchar del otro lado del tubo, así como también del otro lado de mi corazón. Solo escuche decirme: - tus cosas están en el portal de tu casa. No quiero volver a verte – la ausencia de su voz y el tono del aparato descolgado, se mimetizaban con la onda sonora de la radio trucha del barrio, que el maldito teléfono se empeñaba haciéndola suya, una vez más.



Solo me quedaron sus acordes, sus letras diciéndome "imbécil" en la cara y el gusto a cal en la boca de la derrota después de haberle dado un beso a la muerte, vestida de soledad.








Miercoles 17 de Mayo de 2007.




Para Andrelo!

Gracias por los Caballeros.
Y por el recuerdo fugaz de tu mirada.
Lo mejor para tu vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

como no hacernos parte del silencio que nos habita en algunas situaciones...


el milagro que esconde la formula de un copo de nieve...

el suelo cavado en algunos rincones vastos de nuestra existencia, algun dolor en el ombligo...

un cielo rodeado de estrellas y unos labios cansados y listos, armados y debiles deciden recomenzar...


miramos y decimos
"pudo haber sido mejor?"
continuamos caminando para ver que otras preguntas nos depara la vida.









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