
Salí otra vez a mirar las estrellas.
No podía creer la parte de cielo que recortaba mi ventana. Un cielo de 2 por 2, limitado por blancas paredes de hormigón armado. Paredes que guardan secretos de soledad y compañía, de magia lujuria, como estatuas inertes que aun parecen sostener el recuerdo de un pensamiento en las pupilas de sus ojos.
Me levante de la cama poniéndome de espaldas al recortado cielo, que me había mirado tantas veces dormir.
Sostuve mis pensamientos con una bufanda anudada fuertemente, una cara en la caja boba dice que afuera esta helando.
El ascensor tardó, lo que tardan las monedas en caer de los teléfonos públicos. El espejo devolvía una imagen que se había guardado mil inviernos, obviamente los había vivido encerrada en casa, a la luz de una estufa. Sintiendo un calor artificial generado por sus propios inventos, igual que en su vida.
La puerta de calle fue abierta y el frío comenzó a arañarme la cara que hace rato estaba sobre plumas, convirtiendo mi nariz en un compacto bloque de hielo seco.
Había poca gente en la calle. Digamos que el frío y pañuelos de seda y hojas bailando al compás del viento eran los verdaderos protagonistas de esta noche en Buenos Aires.
El señor que vive en la esquina, abrazaba a su mujer debajo de las viejas colchas llenas de agujeros mientras ella le acariciaba el rostro. Al ver esa manta agujereada recordé el paño del cielo que se ve por mi ventana. Pero de todas maneras no quise levantar la vista tan pronto. La simple y sola idea de que las estrellas no existen, de que son solo pequeños agujeros en la bolsa donde el niño guarda el mundo cuando se hace de noche, hacen que no pueda despegar mi mirada del suelo. Mis zapatillas van una detrás de otra, ¿solo un paño? Es imposible...
De todas maneras solo queda esta noche, para seguir pensando en que la mañana va a tardar en volver. Tengo miedo de enamorarme finalmente de estas estrellas, de este cielo que tiene la costumbre de volverse día.
Un ciclo que no puede hacerse esperar, siempre ha sucedido lo mismo. Y aunque me proponga disfrutar de esta noche, levantar la vista finalmente, la luna se llevará el protagonismo. Eterna circunferencia que se semeja a la eternidad de los sentimientos, cambiante pero siempre con la misma luz. Una actriz blanca que tras el día se presenta como un gigante oculto sobre las nubes.
17-06-2008