martes, 19 de agosto de 2008

Tu Biblioteca





Para terminar con el juicio de dios, entre sahumerios y humos que no corresponden, apelo a la literatura fantástica: diccionario de confesiones eternas, puras y personales –en su mayoría-.

La obra poética no se parece a otra cosa que no sea una poesía completa, llena de música y canciones que el alma intenta entrelazar hasta construir una verdad.

Los reyes que se sumergen en el capitalismo ven, por su condición, el mundo al revés. Sin embargo se apoyan en la anatomía de la melancolía, que no es otra cosa que el verdadero ocaso de los ídolos.

La nostalgia por los cuatro elementos, incluida el agua, conforman recuerdos incrustados que tienen mucho que ver con la inspiración.

El grotesco del sufrir nos lleva al fondo de la derecha más que de la izquierda, aunque los sentimientos vengan desde ese lugar. El sufrimiento era lo más parecido a las ganas de escribir. La alegría en la vida ha aprendido a saber transformarse en sinónimo de vivirla escribiendo.

Nacen las teorías de la piel, propia y ajenas que nos hacen inmigrantes del sentir al ponernos a distancia.

Queda solo cantar la vida, en un teatro –de Broadway-, exponiendo bajo potentes luces todo de si mismos, armando una antología personal con las palabras que nos manda a usar la academia de la lengua española. Tratando sin embargo de traducir lo que el corazón dice, en un lenguaje que solo entendemos nosotros mismos.

Sancho Panza en el Quijote entra de nuevo bajo el portal para llegar anteúltimo en la carrera de mis letras, esquivando el molino de la lapicera que estoy moviendo sin parar.

La comedia no deja de ser divina, pues como dicen en tantos lugares: cualquiera hace llorar, pero hacer reír es algo realmente complicado. Simple, pero complicado... como tantas cosas en esta vida.



13.08.08
10:50 hs
Justo ahi.