Sacame, Señor. Pues no la necesito.
Sacame las ganas de preguntar
cuanto pesan las alas del ángel
frente al hambriento niño lloroso.
La vida parece a veces un enigma afirmativo.
Señor, ¿Cuáles son los pasos
para volverse digno de una estrella?
Señor, ¿cuál es la pregunta a mi respuesta?
Dame hambre, señor.
Los conformistas se reúnen en los pisos,
corren como hojas por las calles del otoño,
Y ya nadie mira, señor.
Todos se han vuelto presos que sueñan
con la libertad condicional
de no ir a ninguna parte,
de embarcarse sobre naves de sal,
de subirse a un avión varado en tierra.
Hoy tome de la mano a un libro
desperté en una ciudad de muertos vivos.
Y recuerdo la triste alegría
la angustia feliz de sentirse solo.
Lo afortunado del pobre rico
entre tanta pobreza adinerada
puede ser encontrada
en la vuelta de cualquier hoja.
28/7/09
11:25