miércoles, 18 de junio de 2008

Paño de Estrellas


Salí otra vez a mirar las estrellas.



No podía creer la parte de cielo que recortaba mi ventana. Un cielo de 2 por 2, limitado por blancas paredes de hormigón armado. Paredes que guardan secretos de soledad y compañía, de magia lujuria, como estatuas inertes que aun parecen sostener el recuerdo de un pensamiento en las pupilas de sus ojos.


Me levante de la cama poniéndome de espaldas al recortado cielo, que me había mirado tantas veces dormir.


Sostuve mis pensamientos con una bufanda anudada fuertemente, una cara en la caja boba dice que afuera esta helando.


El ascensor tardó, lo que tardan las monedas en caer de los teléfonos públicos. El espejo devolvía una imagen que se había guardado mil inviernos, obviamente los había vivido encerrada en casa, a la luz de una estufa. Sintiendo un calor artificial generado por sus propios inventos, igual que en su vida.


La puerta de calle fue abierta y el frío comenzó a arañarme la cara que hace rato estaba sobre plumas, convirtiendo mi nariz en un compacto bloque de hielo seco.


Había poca gente en la calle. Digamos que el frío y pañuelos de seda y hojas bailando al compás del viento eran los verdaderos protagonistas de esta noche en Buenos Aires.


El señor que vive en la esquina, abrazaba a su mujer debajo de las viejas colchas llenas de agujeros mientras ella le acariciaba el rostro. Al ver esa manta agujereada recordé el paño del cielo que se ve por mi ventana. Pero de todas maneras no quise levantar la vista tan pronto. La simple y sola idea de que las estrellas no existen, de que son solo pequeños agujeros en la bolsa donde el niño guarda el mundo cuando se hace de noche, hacen que no pueda despegar mi mirada del suelo. Mis zapatillas van una detrás de otra, ¿solo un paño? Es imposible...


De todas maneras solo queda esta noche, para seguir pensando en que la mañana va a tardar en volver. Tengo miedo de enamorarme finalmente de estas estrellas, de este cielo que tiene la costumbre de volverse día.


Un ciclo que no puede hacerse esperar, siempre ha sucedido lo mismo. Y aunque me proponga disfrutar de esta noche, levantar la vista finalmente, la luna se llevará el protagonismo. Eterna circunferencia que se semeja a la eternidad de los sentimientos, cambiante pero siempre con la misma luz. Una actriz blanca que tras el día se presenta como un gigante oculto sobre las nubes.


17-06-2008

martes, 3 de junio de 2008

La Noche del Final




Salí de la casa de ella dando un portazo y con una puteada en la garganta. Las hojas crujían como leones en mi caminar hacia un rumbo desconocido. Habían, en mi memoria, innumerables fotos que guardaba de nuestras épocas felices, incluso el anhelo de sueños compartidos que jamás iban a cumplirse.

El vacío en mi pecho, la tormenta en mis mejillas y la sabia decisión de salir a tiempo antes de terminar hecho polvo caminaban en caravana, en comunión con mis pensamientos.

El paisaje se prestaba excelentemente para este tipo de catarsis. Las calles estaban desiertas y la oscuridad se reflejaba tanto adentro como afuera de mi cuerpo. Estaba en mi ambiente.

Pasé por el lugar que un sábado bautizamos como nuestro lugar. Las luces de la calle distraían mi mirada, pero no podían deshacer en recuerdos la cara de ella diciéndome adiós. Un sábado más.

Entre, el blues de una banda desconocida terminaban de llenar de colores este cuadro dantesco.

Las mujeres se disponían a esperar en la barra, los hombres cambiaban en infinitas transfusiones alcohol por sangre... yo soy un hombre..

Por ende me adapte al lugar y la realidad.

Ya dentro de poco, distintos líquidos espumantes, algunos brillantes, trasparentes y helados formaban parte de mi humanidad.

Ya me conocían de visitar el lugar constantemente, se acordaban de mí y de vos... no pasaba ningún 18 de cualquier mes donde nos encontraban en alguna de las mesas del primer piso, en nuestra mesa, con nuestra lámpara y en nuestro lugar, tu tequila y mi ginebra.

Le di una palmada en la espalda a Carlos y empecé a entonar el blues mas desafinado e hiriente que haya tocado el aire. Tu recuerdo estaba en cada nota, en cada acorde, en cada ginebra.

De repente un ruido de teléfono sonando se acomodaba en los espacios silenciosos de mi casa, había una sabana enredada en mi cuello que difícilmente me dejaba respirar. La luz de la ventana se sostenía fuertemente en el vidrio de mi ventana. Un dia más.

Levante el teléfono y la voz de mí amada (todavía) se dejo escuchar del otro lado del tubo, así como también del otro lado de mi corazón. Solo escuche decirme: - tus cosas están en el portal de tu casa. No quiero volver a verte – la ausencia de su voz y el tono del aparato descolgado, se mimetizaban con la onda sonora de la radio trucha del barrio, que el maldito teléfono se empeñaba haciéndola suya, una vez más.



Solo me quedaron sus acordes, sus letras diciéndome "imbécil" en la cara y el gusto a cal en la boca de la derrota después de haberle dado un beso a la muerte, vestida de soledad.








Miercoles 17 de Mayo de 2007.




Para Andrelo!

Gracias por los Caballeros.
Y por el recuerdo fugaz de tu mirada.
Lo mejor para tu vida.